miércoles, 11 de octubre de 2017

ECOSENSIBILIDAD: LA EDUCACIÓN OBLIGADA DEL FUTURO

CUANDO TERMINEMOS DE DARNOS CUENTA DE LA SEGURA EXTINCIÓN QUE NOS ADVIENE, OBLIGADAMENTE LA EDUCACIÓN Y FORMACIÓN SERÁ DE CORTE ECOSENSIBLE. AL MENOS PARA LAS MULTITUDES, NO PARA LOS EMPRESARIOS Y CAPITALISTAS O NEOLIBERALES, OBSESIONADOS POR EL DINERO Y CONVERTIR CADA VALOR DE LA BIODIVERSIDAD EN MERCANCÍA. DE HECHO, LA MULTITUDES APRENDEN A DESTRUIR EN MEDIO AMBIENTE, Y ESTO IMPLÍCITO EN LOS MODELOS PEDAGÓGICOS Y PERSPECTIVAS EDUCATIVAS, DESDE QUE EUROPA EMPEZÓ A INVADIR ESTE CONTINENTE CON SUS PARADIGMAS ANTROPOCÉNTRICOS.

viernes, 7 de abril de 2017

¿QUÉ ES PROGRESO?

¿PUEDE LLAMARSE PROGRESO A QUE LOS BIENES Y DERECHOS NATURALES Y AMBIENTALES DE LAS GENERACIONES FUTURAS, ES DECIR, DE LOS HIJOS, NIETOS Y MÁS, SEAN CONSUMIDOS POR LOS PAÍSES DEL PASADO O PRESENTE?

QUÉ CONSUMIDOS, DESPERDICIADOS ARROGANTE Y VANIDOSAMENTE,
QUÉ PAÍSES, SIEMPRE SON UNOS MUY POCOS LOS QUE SE APROVECHAN
DE ESTOS BIENES, VIVIENDO LUJOS VANIDOSOS Y ARROGANTES.
NO ES JUSTO QUE PARA ELLO SE DESTRUYAN INFINITAS ESPECIES, TOTALMENTE
DESCONOCIDAS, PARA FABRICAR COSAS QUE EN POCO TIEMPO RESULTAN
INSERVIBLES, O SE TENGAN QUE VOLVER A DESTRUIR LO POCO QUE QUEDA
PARA RENOVAR O CAMBIAR PARA QUE SIGA EL CASINO NEOLIBERAL
ANTROPOCÉNTRICO.

miércoles, 29 de marzo de 2017

ECOSENSIBILIDAD (I)

Ecosensibilidad es una de las virtudes del ecobiocentrismo, que en otras publicaciones será elucidado. Es tanto desconocida como poco entendida todavía en nuestras sociedades antropocéntricas. Poco a poco se va reflexionado de ella, con otros términos. Algunos la ven como solidaridad con la ecología, a favor de los ecosistemas, las especies y sus individuos, educación ambiental, pero aquí buscamos superar toda demagogia que oculta intereses mercantilistas. Pensamos en contextos de superación de toda carga antropocentrista, biocida, y de todo darvinismo: del “cruel dominio selectivo que elimina al débil en beneficio del fuerte”, como dice Sánchez (mayo, 2011, p. 101) citando a Edgar Morín. En esta primera parte, Ecosensibilidad da cuenta de actitudes humanas proambientales, la sincera preocupación por el actual problema ecoplanetario, acerca del ecosistema al que se pertenece y el tipo de relaciones que se desarrolla-mantiene con él (sea toda la ecosfera o el tejido ecológico donde se tiene la morada (eco) inmediata): es el interés comprensivo-no-económico por la fenomenología ecológica, el respeto-profundo por su generosidad-vulnerable, sus valores e inherencias, compromiso-firme por su cuidado-defensa, incluyendo la propia reingeniería existencial, epistemológica, ética y pedagógica, renunciando a presupuestos ecológicos antropocéntricos, antropopólicos, o basados en una ética o economía, etc., ecocidas, biocidas, para reconocer, como invita Rummler (Julio, 2015), la realidad ecológica como un todo continuo, multibiótico, de abordaje multidisciplinario y a la que pertenece cada ser humano (pp. 3 y 4). Además, ecosensibilidad señala las actitudes-relaciones interhumanas. La idea moriniana, citada por Sánchez (mayo, 2011), del “pensamiento ecologizado” capaz de aceptar que nuestro problema ecológico concierne “esencialmente a nuestra relación con nosotros mismos” es muy pertinente aquí.

viernes, 17 de marzo de 2017

ANTROPOCENTRISMO

¿Qué actitudes, creencias o ideas podemos discernir de nuestras prácticas y conocimientos ambientales? ¿qué hay detrás de la forma de relacionarnos con el ecosistema que nos rodea y sustenta? ¿cómo resumiríamos nuestra relación y función en la biosfera? ¿Siempre ha sido así, cómo y por qué cambió? Vamos a reflexionar sobre dos formas actuales de relacionarnos con el medio ambiente: el antropocentrismo y el ecobiocentrismo. Este último será aludido aquí indirectamente, para trabajarlo en otro ensayo. Desarrollo: Cuando los europeos modernos invadieron amerindia, encontraron una forma de pensamiento muy avanzada, que denominaré ecobiocentrismo, aunque fuera menospreciada e ignorada hasta su total sustitución por otro paradigma, conocido hoy como antropocentrismo. Este cambio afectó todas las formas de relacionarnos con la Tierra. Pasamos de un profundo aprecio, admiración y respeto a los demás seres, a otro de creciente desprecio y expoliación, hasta hoy que nos tiene al borde de una segura extinción planetaria, por si aún no nos hemos dado cuenta, pues, cada vez perdemos más especies y equilibrios ecológicos, con las consecuencias de que la Tierra se desborda amenazándonos con cada vez más agresividad, como lo hemos hecho nosotros contra ella. Dicho de otra forma, desde un diagnóstico y una protesta. El primero es la crítica del exsacerdote brasileño, luego ecoteólogo y laico, Leonardo Boff (1996): “nuestra relación con la Tierra, al menos en los últimos 400 años, está basada en falsas premisas éticas y en un profundo vacío espiritual”, efectúa la “negación de la autonomía relativa de los seres, dominación de la tierra, depredación de sus recursos, desprecio para la profundidad espiritual del universo”, y daño progresivo en el psiquismo, especialmente, humano. Boff (2000) ve nuestra cultura occidental como materialista, industrialista y depredadora enfatizando más la luminosidad racional que lo emocional-sensible, dando origen al patriarcalismo y antropocentrismo y la pobreza espiritual. La protesta es amerindia, del cacique pielroja Seatle (1856), contra ese pensamiento extraño, luego conocido como capitalismo, y aquí como antropocentrismo, recogida por Boff (2000): una cosa sí sabemos: La Tierra no pertenece al hombre. Es el hombre quien pertenece a la Tierra. De eso estamos seguros. Todas las cosas están interligadas, como la sangre que une una familia; todo está relacionado entre sí. Lo que hiere la Tierra, hiere también a los hijos e hijas de la Tierra. No fue el hombre el que tejió la trama de la vida: él es meramente un hilo de ella. Todo lo que haga a la trama, se lo hará a sí mismo. Estas formas de pensar, aún extrañas para muchos, se hace cada vez más entendibles, por lo menos más conocidas, entre los ciudadanos, por lo menos aquellos que ya reconocen que no se podrá comer cemento ni beber gasolina cuando terminemos de destruir la Tierra. Este ensayo tiene como título el antropocentrismo. ¿Qué es exactamente? El antropocentrismo es un término compuesto con una palabra griega, antropos, que significa ser-humano, y se refiere al modelo o paradigma que impuso al ser humano, inicialmente greco-europeo (Protágoras: homo mesura), y sus intereses-bienes-valores, por fuera-encima-centro de su relación con los demás seres, aun culturas, establecido como criterio moderno de evaluación moral de políticas y justificación de éticas ambientales (Boff, 2000; Giardina, 2009; Esquivel, 2006), modelos educativos, etc. Este antropocentrismo es la razón de la ruptura hombre-ecosistema, que se reafirmó en la Europa moderna y se exportó al mundo, como fundamento del proyecto occidental de progreso-desarrollo. ¿Qué significa esto? En un principio de la humanidad, y ahora entre los pueblos originarios, el ser humano estaba perfectamente integrado a su entorno natural, se reconocía como parte dependiente de él, se sentía responsable ante él de su bienestar. En su relación con el medio ambiente los intereses, bienes y valores humanos eran parte de los intereses ecosistémicos. Poco a poco, con cada herramienta diseñada se fue adquiriendo peligrosidad contra los demás seres, peligrosidad que se disparó con la industrialización como instrumento de explotación y destrucción acelerada de los valores naturales, que para ellos eran sólo recursos-naturales. Desde que se rompió la relación del ser humano con el ecosistema del que depende totalmente, el medio ambiente ha estado experimentando una especie de negación platónica de su realidad-dignidad, en nombre del ideal modernista de progreso-desarrollo, agravada con el éxito industrialista y hoy capitalista, uno de cuyos presupuestos, como dice Zúñiga (2004), ve la naturaleza como bodega ilimitada de recursos, sin discernirse el interrelacionamiento intraecológico, imprescindible “para perpetuar la vida en la Tierra”. Esta escrito se identifica con el reclamo de reconocimiento jurídico de los derechos de la realidad ecológica o natural, que se hacen desde trabajos como los de Michelle Aramini (2007), y busca aportar sus hallazgos para tal fin, buscar que “en nuestra relación con las otras formas de vida reconozcamos el principio de igualdad y concedamos a nuestro ambiente natural derechos autónomos”. Es decir, configurar las relaciones que ya tenían los pueblos multimilenarios, antes o sin la ruptura-negación griega, y la modernista hoy ya planetizada cuya actitud-relación “despótica que hace de la naturaleza un saco lleno de recursos debe ser sustituida por una relación de diálogo caracterizado por un respeto paritario”, para sentirse obligado a establecer la paz con la naturaleza como sujeto-jurídico. Es decir, hubo un momento en que nuestra perfecta relación con la ecosfera se rompió: nos declaramos como los amos, como no pertenecientes ni dependientes de ella. Para el caso amerindio, después de la invasión europea, tanto militar como multi-ideológica, se empezó a criar en el hogar, a formar en la educación y a traficar en la economía, ya no como generosamente acogidos por el entorno ecológico y abrazados por sus brazos biodiversitarios, sino como déspotas amos, extraños invasores al estilo eurocéntrico; no como anidados y membrados con cada valor ecosistémico, sino fuera-encima-centro de la relación con el común resultado de modus vivendi biodepredador desde la praxis y los proyectos de vida adheridos al ideal europeo de progreso heredado y recibido acrítica e ingenuamente en el hogar y la escolaridad. En términos del paradigma previo a la invasión española, el antropocentrismo enseña a negar la propia-madre tierra y antropoidad no-europea, y se instituye en plataforma-directora de los campos sociales, es idealista y hace que, citando a Rousseau, la preocupación sea más por saturar la cabeza discente con símbolos hueros mientras les quitamos ese “instrumento más universal que es el discernimiento” (Niño, 2011, cursivas originales), y añado, ecológico. Cuando llegaron los europeos, nuestros amerindios se preguntaban: ¿Qué clase de formación recibe el hombre blanco, que no respetan la Tierra con tal de robarle sus riquezas? Los europeos modernos nos han hecho heredar una formación antropocéntrica fundamentada en Protágoras, el idealismo de Platón y su actualización cartesiana: divorciada en razón-sentidos, razón-materialidad, razón-ecosistema, cabeza-corazón, etc. Esto afectó el quehacer formativo por siglos. Desde entonces, las especies se extinguen a un ritmo directamente proporcional al avance del modelo progresista tecno-científico (Aramini, 2007) y mercantilista (Cuevas, 2009), traducido en calentamiento global, efecto invernadero, derretimiento del ártico, daño a los valores abióticos. Es decir, la habían eliminado de su currículo, como hoy que se cambia el entorno natural por el de cemento. Recordemos que estamos hablando de lo que es antropocentrismo: la imposición de los intereses y proyectos humanos como centro y cima de su relación con los ecosistemas y el resto de vida planetaria. En sus inicios fue promulgado por Protágoras (el hombre como medida de todas las cosas). A partir de Descartes, se arroga la total independencia humana del ecosistema, indica Arboleda (2010), declarado objeto-instrumento (res extensa). Después de Descartes ha sido difícil volver al realismo reflexivo (Goñi, 1996, p. 132). La razón, dice Giardina (2009), iniciaba su devenir global como razón instrumental, creando las condiciones para que todo se convirtiera “en medio y objeto de satisfacción del ansia consumista, cuasi vampiresca, de la civilización moderna”, y las sociedades e individuos que va (neo)colonizando. No estamos hablando contra la razón, sino contra el ratiocentrismo, que debe dar un honroso espacio en el centro al ecobiocentrismo o la ecosensibilidad. Una tal Formación no es necesaria, es geocida, peligrosa, oligo-progresiva, ecoexcluyente. Pero de ello se hablará en un próximo ensayo. En conclusión, antropocentrismo es el ser humano en el centro y arriba de la importancia; ¿y qué de los demás seres, de los que dependemos totalmente? ¿Qué del agua que estamos contaminando con nuestra avaricia? ¿qué del futuro neogeneracional? ¿qué clase de educación es esa que recibimos que egresamos como biodepredadores? Ya se aludieron algunas consecuencias del antropocentrismo como el calentamiento global y la multi-extinción de especies. El industrialismo disparó el geocidio global, arrebató el oído de “la musicalidad de los seres” y los ojos de “la grandiosidad del cielo estrellado”, de la sacralidad del cosmos (Boff, 1996). Los pueblos no antropocéntricos han amado, cuidado la naturaleza, enamorados de ella, con elogios y reverencia, yendo despacio en una verdadera relación; sin el afán avaro de violentar el curso, de acabar con la existencia viva, en nombre de un ideal artificial. Con poco tiempo aquí como civilización, ya estamos al borde de la extinción. Esos pueblos eran (en su visión lenta, mágica, descubriendo, admirando, disfrutando, sin codicia, la Tierra en el infinito tiempo para progresar de otra forma con los bienes y metales) ecosensibles, ecoamigables, y así, biorresponsables. Otro modelo se impuso, enseñó a destruir la propia madre tierra, posibilitó su fácil ruina y dependencia de los pueblos. Así, resultados globales hacen pensar en otro tipo de proyectos-paradigmas que guíen-intervengan los campos sociales, y lo superen con otro totalmente ecoamigable, de regreso al absoluto respeto por los demás seres del mundo y el delicado equilibrio biótico-abiótico, para evitar una segura extinción planetaria.

martes, 14 de marzo de 2017

SIGNIFICADO BIOZOÉTICA

Biozoética sintetiza la intencionalidad de este blog. He acuñado tres palabras griegas para publicar los resultados de mis estudios e investigaciones. Bio-Zoé-Ética. La primera se refiere a la vida terrestre, la biodiversidad, la vida corporal, el ecosistema y sus individuos, incluido el ser humano, etc. De esta parte publicaré resultados y artículos sobre educación y medio ambiente, pedagogía y ecología, antropocentrismo versus ecobiocentrismo, la relación de los campos sociales con la biosfera, entre otros. Zoé en griego es la vida más allá de lo animal. Un estado especial o espiritual ofrecido al ser humano. Por ejemplo, Jesús y el Nuevo Testamento habla de vida-eterna. De esta parte publicaré, resultados teológicos. Ética es más conocida que la anterior, y publicaré sobre ello, cultura, y más.